segunda-feira, 20 de maio de 2013

Venezuela sofre com escassez de alimentos e de produtos de higiene

http://www.elnuevoherald.com/2013/05/20/1480133/la-escasez-en-el-centro-de-la.html




La escasez en el centro de la vida en Venezuela

 

ESPECIAL PARA EL NUEVO HERALD

A Miriam Guerra, una zuliana de 50 años, no le sorprende la falta de papel higiénico en Venezuela. Desde que se mudó a Caracas hace 25 años, se casó, tuvo dos hijos y ha enfrentado los rigores de la escasez con una mezcla de buen ánimo y resignación.
Pero en los últimos cuatro años Miriam asegura que la situación del desabastecimiento se ha agravado. Su madre, que vive en Maracaibo, la pasa aún peor, porque el régimen venezolano ha establecido un sistema de distribución de los alimentos básicos que destina la precaria producción local y las importaciones a llenar los anaqueles de los supermercados y abastos de la capital del país en detrimento de la provincia.
Todos los meses Miriam separa parte del dinero que gana como trabajadora de servicio doméstico para enviar a Maracaibo una compra de artículos de primera necesidad: aceite vegetal, papel higiénico, harina precocida de maíz, azúcar, café, margarina o arroz. Si su madre, una mujer que ya pasa de los 70 años de edad, desea adquirir algunos de esos productos por estos días en esa ciudad, debe hacer colas enormes sin garantía de que al final de la tarde, cuando toque su turno, podrá conseguir lo que tanto ha buscado. La otra solución es adquirirlo a vendedores informales a precios cuatro veces más altos que los regulados.
La fantasía de la revolución socialista que tanto soñó Hugo Chávez comienza a hacerse realidad en esas pequeñas historias.
“El socialismo se construye a partir de la escasez”, dijo hace cuatro años el ministro de Planificación, Jorge Giordani, en una entrevista con El Universal.
Los venezolanos que tienen la oportunidad de viajar al exterior entran a los supermercados y envidian la variedad de marcas y productos. Algunos mandan fotografías a través de las redes sociales. Otros, más provocadores, muestran los rollos de papel higiénico cuando conversan a través de Skype con sus atribulados parientes en el país. La Venezuela socialista es un gran anaquel vacío. Aquí escasean cíclicamente los vehículos de último modelo, los repuestos para los vehículos, los productos de primera necesidad, las medicinas o los pañales para los recién nacidos. Se raciona la electricidad y faltan insumos para construir viviendas.
La razón es el colapso del control de cambios instaurado por el gobierno de Hugo Chávez en febrero del 2003 como una respuesta a la parálisis de la industria privada entre diciembre del 2002 y febrero de ese año. Fue una medida de corte político que se ha mantenido en el tiempo en parte porque el gobierno ha considerado que al restringir la oferta de dólares limita el margen de maniobra de la empresa privada para financiar a sus adversarios, o porque así se beneficia la producción nacional.
Pero ha ocurrido todo lo contrario. Para los empresarios es mucho más atractivo importar o simular que se importa con dólares preferenciales –que valen 6.30 bolívares, el 25 por ciento de la cotización en el mercado negro– antes que arriesgarse a producir bienes no competitivos en cuanto a precios.
La crítica situación del abastecimiento, que de acuerdo al Banco Central de Venezuela alcanzó a 21 por ciento en los primeros cuatro meses del año, llevó al gobierno de Nicolás Maduro a buscar un responsable antes de hacer un mea culpa y a lanzar la idea de que la empresa privada, con el objeto de aumentar sus ganancias, no estaba produciendo al tope de su capacidad. El elegido fue el presidente de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza. Pero este empresario, poseedor de la segunda fortuna del país y ocupante de la casilla 329 de la lista Forbes de millonarios, se adelantó al régimen y dio un golpe de opinión que obligó a Maduro a retroceder.

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